Microrelatos de mi propia vida

Con veintinueve y medio, una hipoteca compartida, un coche medio arañado y un trabajo fijo discontinuo, la verdad no me puedo quejar (o eso me dicen). Estoy en la mejor etapa de mi vida, aunque cada vez pasa más rápido y una, en lo medida de lo posible, lo disfruta como puede. La pregunta que todos nos hacemos o intentamos desmostrar por las redes sociales es si somos felices. En mi caso es sí. Pero como ya decía mi profesora de ética Adela, la verdad es relativa y depende desde la perspectiva en la que se mire. Si miramos en nuestra subcultura,  creemos que viven la vida  aquellas personas que primeramente tienen un buen sueldo, poseen un cuerpazo  (metrosexual), viajan constantemente y no se pierden ningún evento los findes; eso incluye fiestas, eventos locales/internacionales y postureo en discotecas. Si no cumples estos requisitos eres un pobrecito o, dicho de otro modo, no te envidian. De todas estas palabras puedo escribir varios capítulos sobre nuestra sociedad y mi relación con ella. Pero voy a ir recortando y centrarme en el título: microrelatos de mi propia vida. ¿Por qué? Porque aunque no cumplo 100% estos cánones, disfruto de cada uno de mis días y como chica/mujer del siglo XXI (Millennial), sobrevivo como puedo aprendiendo de los errores, consejos familiares e internet (si, internet. Nuestro santo padre del saber). Por ello quiero compartir mis experiencias, inquietudes y truquiñuelas para las duras exigencias de nuestra sociedad consumista y materialista. Siempre con humor y positivismo. ¿Por qué no?


Sweetmadness